Areitz Soroa

Una vez bajamos del autobús,  dos personas nos esperaban para dar comienzo al día. Rober  y Jon dividieron en dos al grupo  y tras presentarse y lavarse las manos, “entraron en harina”. Y nunca mejor dicho, porque el primer taller fue la elaboración de pan.  Estuvieron  encantados con la masa entre las manos haciendo formas y ensuciándose, además de ver cómo su chándal cambiaba de color por la harina. Entre risas y conversaciones, el pan fue cogiendo forma. Hasta que a la tarde, con ilusión, lo metieron al horno. Como sabéis, no se les dio mal porque pudisteis degustarlo en vuestras casas.

Sobre la una descansamos para comer, disfrutamos  del entorno y del tiempo libre.

Como en todos los caseríos la actividad no cesa y nosotros no íbamos a ser menos. Para acompañar al pan, había que beber algo y nada mejor que un zumo de manzana natural. Así que nos pusimos a ello. Machacaron y machacaron manzanas en una barrica hasta que el zumo fue apareciendo. Una vez preparado, tuvieron la oportunidad de probarlo y algunos se sorprendieron gratamente de su sabor.

Cansados de trabajar, era el momento de observar, acariciar y conocer la vida animal. Disfrutaron mucho de los conejos, las ovejas, las gallinas, las tortugas, pavos reales, gallos y pollitos que acababan de nacer. Alguno cogió hasta una pluma de recuerdo.

En definitiva fue un día en el que disfrutamos y conocimos más nuestro entorno.